Instrumentos de Paz


Julio 16 de 2015

Somos cada uno de nosotros un instrumento de Paz. Inicie la consagración al inmaculado corazón de María durante 33 días desde el 13 de Junio al 16 de Julio de 2015, asistiendo el día 34 a la Santa Eucaristía fecha de nuestra Señora del Carmen, 16 de Julio de 2015. El mensaje de cada día durante los 33 días estaba siempre entorno a la paz. En ocasiones me era difícil digerir bien el mensaje ya que la paz siempre la he observado desde mi entorno externo y muy pocas veces desde mi interior. En el Santo Rosario y en la Santa Eucaristía siempre pedimos por la paz del mundo pero por momentos olvidamos que la paz inicia desde el interior de cada uno de nosotros.



El día de la consagración, estando en la Santa Eucaristía, llego a mi mente la frase, Somos Instrumentos de Paz.  La paz es un don, cuyo origen está en el interior de cada uno de nosotros. De cada ser humano depende que este don fluya en nuestra vida y como resultado en nuestro exterior con todo aquello que nos rodea. La paz es armonía, es escuchar, es servicio, es amor, solidaridad, es generosidad, es apartarnos de nuestro ego y conveniencia y estar siempre dispuestos a ser instrumentos de Paz.

La paz es un proceso, es un dialogo desde nuestro interior. Somos portadores de este maravilloso don que nos permite crear ambientes de comunicación, armonía, solidaridad, alegría, comprensión, amistad. Cuando nos indisponemos, alteramos y reaccionamos con impulsos violentos estamos siendo instrumentos de violencia que nos hacen daño y con el cual también hacemos daño. Por otro lado, cuando transformamos la ira en serenidad, perdón, aceptación, podremos ser instrumentos de paz.

Debemos esforzarnos por controlar y serenar todo aquello que nos distrae, nos irrita y nos quita la paz, esto no es saludable y nos hace daño. Debemos buscar siempre el equilibrio de la Paz mediante la serenidad, la aceptación, el perdón y el servicio.

La siguiente Oración de la Serenidad es hermosa y tiene un verdadero sentido de paz

Señor dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar. Valor para las que sí puedo y sabiduría para reconocer la diferencia

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