Presentación del Niño Jesús en el Templo

Febrero 4 de 2016



PRESENTACIÓN DEL NIÑO JESÚS EN EL TEMPLO

SAN LUCAS 2,22-40

Recorriendo el pasaje de San Lucas 2,22-40, la presentación del niño Jesús en el templo, resalto tres aspectos que los comparo con el presente. El primero, la preparación y disposición para recibir y vivir el encuentro con Jesús. El pasaje nos relata lo siguiente, “Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor.” La purificación de María nos enseña como disponernos, abrir nuestro corazón, alistar nuestra vida al encuentro del Señor, como cuando tenemos invitados a nuestra casa todo lo preparamos, lo organizamos y lo disponemos en armonía para recibir a nuestros invitados con amor, cariño, disposición, servicio. De la misma forma es la preparación para disponernos al amor, el perdón, la fe, la reconciliación, aceptarnos unos a otros sin juzgar, la gratitud, el servicio, disponer nuestra vida para el encuentro con el Señor y darle armonía, serenidad a nuestra vida. La pregunta que nos hacemos cada día es ¿cómo estoy preparándome para recibir al Señor en mi vida, como me preparo o me dispongo para perdonar, amar, aceptar y no juzgar.?

Segundo aspecto, la intermediación de María y José como instrumentos y canales en la presentación del niño Jesús a cada uno de nosotros como templos del Señor y a su vez como intermediarios de nosotros ante el Señor. “Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor.” El gesto de María y de José son el papel de la gracia, de la intermediación para presentarnos ante su hijo amado y entregarnos a Jesús en el encuentro de su ternura y amor. Ellos han sido dados en gracia como nuestros padres para llevar nuestras oraciones, suplicas, agradecimientos, necesidades, y todo lo que ofrecemos al Señor. Esto es presentar nuestras preocupaciones, enfermedades, angustias, alegrías, alabanzas, y todo aquello que experimentamos; para que con su ayuda alcancemos los dones, las gracias y el alimento de nuestro espíritu.

Tercer aspecto, clamar e invitar a Jesús a nuestra vida y vivir la presencia del Señor.  El pasaje nos cuenta, “Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu Santo, fue al templo, y cuando Jesús y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito en la ley, Simeón lo tomo en brazos y bendijo a Dios, diciendo: “Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel.” Este segundo aspecto me invita a pedirle al padre de los cielos, me conceda la gracia de conocer, sentir, recibir a Jesús, su hijo, en mi vida y todo mi ser para que como Simeón pueda decir un día “Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel.” Dios padre es fiel, sus promesas se cumplen en todo tiempo y espacio, podemos confiar plenamente en Dios padre, en su protección, auxilio, amor, generosidad, sabiduría, paz, armonía, bendición y todo el amor ilimitado que él tiene para cada uno de nosotros. Es un llamado a confiar y ser pacientes en el señor pues él no falla, es infinitamente eterno y amoroso con sus hijos. Él nos escucha y nos da con generosidad a su hijo en cada amanecer, en la naturaleza, en nuestras familias, trabajos, salud, alimentos, abrigo, en cada una de nuestras necesidades y en la contemplación de cada día.

Oro por ti, para que juntos dispongamos y preparemos nuestros corazones al encuentro del Señor en el perdón y el amor. Acudamos a la intermediación de María y José en cada una de nuestras necesidades, proyectos, agradecimientos, contemplaciones para que sean presentadas al Señor. Que podamos confiar y recibir las promesas del padre en nuestras vidas pronunciando las palabras de Simeón, “Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, ( he visto y confirmo tus obras maravillosas en mi y en cada uno de tus hijos) al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel.”

El Señor Dios Los bendiga siempre. Les extiendo todo mi cariño


Amén, Amén, Amén

Comentarios