Somos Templo de Dios




Somos Templo de Dios



Día Primero de la Consagración a los corazones de Jesús y María

Somos templos de Dios. Necesitamos ser instrumentos de paz, pureza, oración, fe para que el señor habite en nuestra vida con plenitud.

Era Domingo 4 de Septiembre de 2016, cuando saliendo de misa me dirigía al Santísimo y cuando me disponía a realizar mi oración y adoración al padre, de repente una señora a fuera del Santísimo, gritaba a todo pulmón desesperada y con mucha ira en su corazón, decía que se sentía humillada, no supe que le pasaba, pero en ese momento no podía concentrarme en la oración, me sentía incomoda, empezó a interrumpir mi paz y en algún momento deseaba que se calmara la señora que gritaba para poder estar en paz y continuar con mi encuentro personal de oración a Dios. Entonces empecé a orar por la señora para que Dios le diera paz a su corazón. Continuaron los gritos ensordecedores y unos minutos más adelante finalmente termino el grito.

Fue entonces cuando percibí de nuevo la paz y silencio que podemos experimentar cuando nos encontramos en el altar del Señor y en el Santísimo Sacramento del altar. En este momento Dios padre en su sabiduría quiso hacerme comprender con esta situación que somos templos de Dios, y por tanto necesitamos ser instrumentos de paz.
Cuando estamos perturbados, ansiosos, con ira, orgullo y todo aquello que perturbe nuestra paz, es cuando nuestro templo del alma y cuerpo se sienten incómodos, agitados y hacen de la comunicación con Dios una barrera. Incluso sentía que hasta las plantas se perturban con nuestros disgustos, gritos, y el mal estado de ánimo.


Para alcanzar la paz y ser un templo de Dios, debemos confesarnos y orar, orar y orar mucho para que el señor limpie, sane, restaure todo nuestro ser. Dejar el hombre viejo, los apegos del mundo y buscar el camino que conduce a Dios Padre.

Ser templos de Dios nos invita a orar con fe, obediencia, perseverancia, atención, concentración, meditación, contemplación, obra. Cargar con la cruz como seguidores y discípulos de Dios como verdaderos instrumentos de su Paz y amor.

Verdaderos templos de Dios es vivir en Unidad, amor, aceptación, compartir, servir, reconocer las diferencias, las faltas, confesarnos, pedir perdón y perdonar, ayudarnos los unos a los otros, no imponer ni obligar solo participar e invitar.

Regocijémonos en el Señor que nos ha revelado esta maravillosa lección de amor.

Amén, Amén, Amén
Aleluya Gloria a Dios Gloria a Dios por esta maravillosa reflexión


Liliana A Monroy Pacheco  

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